Dublin
Nos alojamos en un Youth Hostel que superó mis temerosas expectativas. La palabra albergue y yo no conectamos, pero aquí hubo química. Sorprendentemente no vimos a ningún español alojado allí. Dublín podría aparecer en los mapas como colonia española, hasta me encontré a una azafata de Burgos! gracias a la cual pudimos pasar las primeras en la cola del avión.
Nada más llegar nos fuimos a buscar los pubs de la ciudad. Ni cinco minutos tuvimos que caminar porque hay pubs como setas. Pero todos igual de caros. Cuesta más beber una pinta de cerveza que comerse un menú del Mcdonalds. Y no quiero ni hablar de beberse un Matusalén con cocacola! Pudimos escuchar música celta e incluso asistir a un baile tradicional gracias a una pareja de espontáneos.
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